En el anterior blog estuvimos explicando en qué consistía los diferentes aspectos cognitivos en el TCA y sus errores cognitivos más característicos. Sin embargo, en un trastorno que la percepción o conciencia de enfermedad es casi nulo, los aspectos conductuales, lo que la paciente hace o deja de hacer, ofrece una interesante posibilidad para valorar la intervención clínica. En TCA, el comportamiento se dirige a adelgazar y controlar el cuerpo: todo lo que hace la persona lo hace por y para adelgazar y, a medida que pasa el tiempo, es una dedicación en exclusiva. En tal caso, hay al menos cuatro facetas que merecen comentarse en este blog: comportamiento alimentario, actividad física, conductas y rituales en torno al cuerpo y relaciones interpersonales.
El comportamiento alimentario, como no podría ser de otra forma, presenta importantes alteraciones, ya que conducen a la persona a un grave y crítico estado de malnutrición. La persona con TCA suele comenzar con un período de restricción alimentaria que se va haciendo cada vez más exigente. Pueden aparecer rituales relacionados con la comida, como, comer lento, servirse pequeñas raciones, contar calorías, esconder alimentos o saltarse comidas. En el caso del trastorno por atracones suelen ser grandes comedores y disfrutan de la comida, sobre todo de la comida muy palatal o sabrosa. La comida que se suele elegir es aquella que es tipificada como “prohibida”, es decir, la comida dulce o muy apetitosa, y las cantidades que suelen comer suele ser 10 veces la recomendada. Este tipo de situaciones suele aflorar en estados de ánimo disfórico como ansiedad, tensión, aburrimiento, enfados o ira por alguna discusión o frustración. Aunque, también puede ser respuesta a alguna noticia positiva. También, es característico sobre todo en trastorno por atracón el estar picoteando a lo largo de todo el día. En contraste de las personas con diagnóstico de bulimia cuyos atracones se dan en el contexto de una restricción alimentaria prolongada. Posteriormente, en el caso de la bulimia se acompaña de purgas, así como los diuréticos y los laxantes suelen ser bastante típicos. Todas estas conductas compensatorias son consideradas por las pacientes como vergonzantes, llevándose con mucho secreto.
Por otra parte, existen otras estrategias compensatorias de carácter no purgativo como la realización constante de dietas/ayunos y el ejercicio físico intenso. Es bastante común, sobre todo en personas con anorexia, que tengan una actividad excesiva en todo lo que realizan; excesiva en horas de estudios, de horas de ejercicio físico, reducción de horas. Además, el ejercicio excesivo suele ser objeto de ritualización. EL ejercicio excesivo suele ser bastante habitual en personas con diagnóstico de bulimia, aunque hay muchos estudios que reflejan que el ejercicio extremo en este diagnóstico es menos como que en la anorexia.
Con respecto a las conductas y rituales relacionados con el cuerpo podemos encontrar, por una parte, conductas de evitación: de algún tipo de actividad (pasearse, mirarse al espejo, etc.) de gente (atractiva, chicos, etc.), de lugares como piscinas, gimnasios, etc. Por otra parte, incluso en los mismos pacientes la realización de rituales de comprobación o de acicalamiento para camuflar determinadas zonas corporales. En el caso de diagnóstico de anorexia o bulimia es común que utilicen marcadores como cinturones, un pantalón varias tallas por debajo de lo que les correspondería o la prominencia del hueso.
Por último, las relaciones interpersonales siempre están alteradas de una manera u otra. El aislamiento social suele suprimir las gratificaciones socioafectiva y aumenta la disforia. Aparecen y se exacerban las manipulaciones y los engaños con respecto a su comportamiento alimentario. Muestran mucha desconfianza de la información que le proporcionan los demás sobre su aspecto y sobre qué han de comer. Solamente confían en sus propios juicios e indicios, lo cual no hace más que empeorar las relaciones y su situación personal.
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