En el anterior blog estuvimos explicando en qué consistía el TCA y sus diferentes tipos en base a los manuales de diagnósticos oficiales. Se estuvo explicando que la alteración en la conducta alimentaria es, en gran medida, consecuencia de sus intentos por controlar un peso y un cuerpo que no toleran. En esta publicación se va a comentar la sintomatología en base a los aspectos cognitivos, y más adelante, también se abordarán los aspectos conductuales, emocionales y fisiológicos.
Los aspectos cognitivos en el TCA son consustanciales en una parte a su psicopatología y, por otra parte, consecuencia de su malnutrición. En la primera parte se encontraría, sin lugar a dudas, su pensamiento y, con ello, la decisión de no comer para perder peso, decisión que se lleva a cabo con una fuerte testarudez. Son ideas sobrevaloradas en torno al peso y a la imagen corporal. Esta idea de adelgazar acaba adquiriendo tal centralidad y exclusividad en sus vidas, que comentan con franqueza que antes que ganar un kilo prefieren morirse.
Son creencias que no son vividas como extrañas ni como desagradables. De hecho, la creencia de que la delgadez está asociada al éxito y al poder social es un valor que tiene mucha importancia para ellas. Las pérdidas de peso y el control de la ingesta se perciben como logros importantes y, la capacidad de restringir la ingesta alimentaria como signo de autodisciplina y control. Mientras la persona controla todas estas facetas, se siente reconfortada, pero cuando cede a las presiones del hambre, se desata un intenso malestar emocional.
Las personas que sufren de TCA, estar delgadas es una meta en sí misma, no un medio para conseguir ser más feliz. Estar delgada es una manera de conseguir felicidad y todo lo que creen no haber podido conseguir es por su aspecto poco esbelto. El contenido de los pensamientos es negativo, y siempre está en torno al aspecto físico y al control de la ingesta. El razonamiento cognitivo, además, está repleto de adjetivos muy generalizadores, junto con un lenguaje muy negativo y despectivo en torno a su cuerpo. En la tabla que aparece a continuación se reflejan las distorsiones cognitivas generales y específicas de la imagen corporal más típicas del TCA.
Algunas de las distorsiones cognitivas más específicas de la imagen corporal son:
– Comparación injusta: Comparación con gente que conocemos que tienen atributos físicos que uno desea.
– El espejo malhumorado: generalización de pensamientos negativos y estados de ánimo, provenientes de sucesos que no tienen que ver con la apariencia.
– El ideal irreal: compara el propio aspecto con el ideal de belleza del momento: influencers, modelos, etc.
– Expansión de la fealdad: Extender el descontento o infelicidad a partir de algún aspecto que a uno no le gusta.
– La atadura de la belleza: pensar que la propia apariencia impide hacer ciertas actividades.
– La bella o la bestia: o guapa, o fea, o gorda, o delgada, o baja o alta; no hay punto intermedio, el pensamiento se vuelve categórico y con extremos.
– Ceguera mental: minimizan aspectos físicos propios que están bien.
– La lupa: atención excesiva a los defectos que la persona tiene de sí misma.
– Lectura de pensamiento: Si yo lo estoy pensando, los demás también lo estarán pensando.
– Predecir la desdicha: Creer que el propio aspecto físico le llevará a consecuencias negativas en el futuro.
– Sentirse fea: Creen que sentirse fea, es la evidencia de que una debe ser fea. En la mayoría de los casos no se ven gordas, sino que se sienten gordas.
La preocupación por la comida, el peso y el cuerpo se convierte en algo central y frecuente, y estos pensamientos distorsionados se hacen tremendamente intrusivos, intrusión que es acentuada por el propio estado de adelgazamiento.
Como consecuencia de todo lo anterior, se produce una importante reducción en la capacidad para centrarse y destacan graves problemas atencionales. Además, destaca la necesidad de hacer las cosas perfectas y de tener control en la mayoría de las cosas que hacen. Sin embargo, ese deseo de hacerlo todo perfecto se contradice, con los momentos en que aparecen las ideas autodespreciativas y la baja autoestima que presentan estas pacientes.
Para finalizar, indicar las graves secuelas cognitivas que el estado de malnutrición va dejando en el cerebro y cuerpo de la persona, y que se convierten en signo y señal para el profesional de que el trastorno va avanzando.
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